El mundo es un lugar peligroso. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa
25 septiembre, 2007
Reencuentros... con los otros o conmigo?
Difícil decidirse a coger el teclado. El tiempo, lo obsesiva, lo culposa... puede entenderse que no tenga mucho tiempo, que sea obsesiva para escribir y me moleste producir un texto poco prolijo (que no me interprete fielmente y con claridad), pero... culposa?
Quizá la explicación de ese sentir sea uno de los temas que me mueva a usar este espacio (blog): lo absurdo. Por ahora, merece atención la culpa en el ámbito de un escrito como este.
Culpa por tener por lectores a cercanos, que suponen conocerme y encontrar aquí la refutación a esa creencia, para unos con menos dolor que para otros.
Y es justamente ese el asunto. En la lejanía física, recordar aquellos con que me "reunía amistosamente" (por no precipitarme en decir "eran amigos") e interactuar, nuevamente, con ellos. Ha sido el año de los reencuentros. Físicos, virtuales, el recordar olvidos (psicoanalizarse!) o enterarse de lo que ha sido de algunos. En cada uno de ellos la expectativa era similar: ver cuánto ha cambiado esa persona, cuánto yo y si la relación ha cambiado mucho o no. Los resultados esperables:
Constancias. Personas que no cambiaron lo que uno hubiese esperado y ya no es viable la relación. Otras que no cambiaron, pero se agradece enormemente que así haya sido.
Cambios. Valorables e indeseables.
Hasta aquí lo lógico. Pero hubo un grupo para los que mi lógica y expectivas fueron insuficientes. Los que en el reencuentro presentan cambios, sí, pero recuerdo y me entero de cosas que vienen desde que nos conocíamos, pero nunca vi ni supe valorar... ¡Cómo hubiese sido de distinto ese pasado si hubiera valorado las cosas como hoy lo hago y cómo sería de distinto mi presente con haber cambiado ese pasado!
Estoy llegando al punto de lo culposo nuevamente. A reconocer que la imágenes que dejé en esos "amigos", y que por ellas suponen que "me conocen", no son más que las piezas que rebasan el contenedor de un puzle desarmado porque temía mostrarse enteramente, tal como es.
Antes de los reencuentros sentía algo de miedo. Miedo por no recordar cuál de todas esas piezas era la que había exhibido ante esa persona y ansiedad por sentir que en ese reencuentro se me pide volver a mostrar la misma pieza, pues quizá no es azaroso que se hayan mostrado unas piezas y no otras...
Reconstruí cuidadosamente ese puzle en este tiempo de alejamiento. A esa construcción se debe el nombre de la dirección del blog (nicole v.01), emulando la numeración que muestra el avance de un software en construcción. Este blog tiene por objeto ser vitrina de dicha construcción.
Mostrar esas piezas juntas podría espantar a más de alguien. Así ha sido. Algunos, sin decirlo, hasta casi desparecer y otros sólo esgrimiendo algún reproche, pero siguiendo firmes (o con más fuerza) a mi lado.
La queja por no haber valorado a algunas personas en el pasado tanto como se lo merecían cobra sentido aquí: son justamente esas cualidades recién descubiertas las que hubieran agilizado la decisión de tomar dichas piezas y atreverme a armarlas. La capacidad de cuestionar y de destruir con ese cuestionamiento, el uso de la razón, no aceptación de la tradición sin fundamentos, de criticar, de rechazar lo establecido si es absurdo, de aceptar a quien lo hace y vive en consecuencia de lo que critica... Pues ese puzle armado forma una imagen perturbadora para quienes gustan de las cosas simples, fáciles, normales, regladas, y promete hacer todo lo posible por combatir la hegemonía que de esas maneras se desprende.
Una duda (para ustedes) se deduce de lo anterior: si necesitaba sentirme apoyada para atrever a conocerme y aceptarme como soy y es algo que ya hice, quién fue el impulsor de eso? Pues cuando conozcan a mi novio conocerán al hombre que me impulsó construirme y ser yo.
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Ni:
ResponderBorrarDesconozco si el tiempo, las relaciones, los golpes o algunas veces la lejanía nos moldeó distintas a lo que solíamos ser.. Pero lo que me llama la atención, esa excentrica curiosidad, ese impulso para reconocer lo nuevo en lo "viejo", y adaptarse a lo que esto significa.
Pero aquel puzzle, engañoso al fin y al cabo, se puede completar de dos formas.
Primero; con el reflejo de quien creemos ser con otros.
Segundo; con lo que somos cuando estamos solos.
Ambas oportunidades son incompletas, y la oportunidad de fundir las opciones solamente se puede ver pocas veces en la vida, cuando hay un choque entre los "mundos" que habitamos y la olla queda al descubierto.
Pero siguiendo tu planteamiento, la forma más fácil de conocer al resto, es conocerse a sí mismo.
Fácil decirlo, pero difícil de realizar, más si somos actores de distintos teatros, con papeles que cambian tan rápido que ni lo notamos.
Por lo menos, tienes un eje.
Tu novio, como tu dices (uuuuuuuuuuuuuy!!!!) debe ser quien de alguna manera controla y centra los papeles que debemos adoptar.
Algunas veces, otras personas giramos como un trompo, sabiendo bien donde queremos llegar, pero de tantas vueltas, no tan segura donde nos encontramos.
Y es complicado, pero no imposible.
Las ganas, trabajo y persistencia no le ganan a nada.
Tu tienes tu cable a tierra.
Y es tiempo, que aquel "barro" que te supo moldear y fraguar, sea tan feliz como tu lo eres.
Compartir lo que tu eres, es el descubrimiento de un tesoro para tí, y los que vieron como el trompo daba vueltas antes de caer en su meta. :)
me agrado el analisis que haces.
ResponderBorrarSi que es duro cuando a uno se le caen los signficantes que pensaba le funcionaban muy bien; hay entonces que reconstruir casi casi todo un mundo simbólico nuevamente
Atinadas tus palabras, no esperaba menos de taaantos años estudiando de lo mismo, jeje.
ResponderBorrarBien sé que, continuando con lo anterior, tal vez no pueda agregar mucho al tema, nada que ya conversamos antes. Así que limitaré mi comentario a expresarte mi alegría de tu nuevo conocimiento y de quien te ha ayudado.
Me alegra que seas tú "ahora" y que no pasaras más tiempo sin serlo.
Me alegra conocerte bien (según yo) antes, tener la posibilidad de "reconocerte" hoy y saber que eres casi la misma que percibí varios años atrás.
Me alegra haber estado cerca tuyo, lo valoro y aprecio, al igual que en esos tiempos.