El siguiente es un extracto de una clase dictada por el profesor Carlos Pérez Soto, en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Iré agregando la continuación de esta y otrasclases en la medida en que tenga tiempo para tipearlas
Provecho.
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La hipocresía pequeño burguesa le hace el quite a la violencia, acepta el hecho de la violencia, pero al mismo tiempo, la retórica de la paz. Cuando los marxistas dicen de manera contundente, directa, “estamos en guerra”, hay una especie de sobresalto.
Quiero ejemplificar esta idea trágica de la historia con este texto, y esto es lo que en seguida vamos a poner como Enajenación. El significado más profundo, más existencial de la palabra Enajenación.
Este texto se llama La Guerra
Quizá fue un niño maltratado.
Quizá su padre lo abandonó o su madre nunca supo quererlo.
Quizá fue pobre y las rabias que juntó y juntó tenían que ver con las luces, con las tardes de otros junto a la piscina y las suyas en las calles llenas de tierra.
Quizá sintió la discriminación, la postergación miserable y la rabia que juntó durante tanto tiempo tenía que ver con la belleza comprada de otros, y su fealdad, con el señorío de otros, y su grosería de pobre.
Quizá cuando golpeó a Pedro, golpeó a tantos otros que lo golpearon antes, con los bruscos gestos con que se separa al indeseado.
Quizá cuando violó a Margarita violó a tantas otras que lo despreciaron.
Y cuando le puso corriente a Manuel toda su debilidad se hizo grito en la fuerza de su rabia: la guerra, la guerra interminable.
Seguí sintiendo por años su colonia barata y sus carmines floreadas con las que trataba de tener la estampa de la persona de hábitos comerciales.
Seguí oyendo por años sus impulsos contra los intelectuales que lo llamaron tonto, contra las rubias que lo llamaron feo, contra los viejos que lo abandonaron, contra los ricos que lo despreciaron, contra el mundo de mierda que lo convirtió en alguien que sólo está tranquilo pegándole a otro y así decía “¡miren en lo que estoy convertido, sólo estoy tranquilo si les pego!”.
Pegaba y violaba, y sigo escuchándolo hasta el día de hoy, y Margarita sigue soñando con él, y a Manuel se le fue la vida mirándolo compasivo…
Quizá fue un niño abandonado y maltratado, un niño pobre, despreciado y solo, uno feo y no muy ingenioso: la guerra, la guerra interminable.
Que era un ser humano tal como nosotros quedó demostrado cuando lo encontramos, varios años después, como incógnito padre de familia, como un vecino que no le contaba a sus vecinos qué hacía por la noche.
Quedó demostrado en que, al fin, en la hora de su verdad, chilló y suplicó igual que nosotros.
Que era un ser humano quedó demostrado en su cobardía. En el cinismo con que dijo, sabiendo que no tenía salida, que violó a Margarita y a Marta y a Susana porque le gustaban, y que Manuel se le fue en un descuido, y que haría lo mismo de nuevo, comunistas de mierda, y cuando lloró con su llanto de mierda, que se las íbamos a pagar todas, y que ya verán cuando los vuelva a poner en la corriente de nuevo: la guerra interminable.
Que era un ser humano y que quizá fue un niño pobre y despreciado, quedó demostrado en que al final se quedó quieto, con los ojos vendados, amarrado a la espalda, abandonado a su destino, como estuvimos nosotros tantas veces: la guerra interminable.
Quizá fue un niño o un pobre tipo, un maniático o un solitario, un discriminado o un cínico, un hombre que llora o un torturador de mierda, lo matamos igual"
Muy buena la lectura de Carlos Perez.
ResponderBorrarTe invito a que revises también mi blog:
www.eduandanzas.blogspot.com
Chao Nicole!
Hola ya había visitado tu blog con motivo de una infatigable busqueda de artículos relacionados con Pérez Soto y luego de leer "sobre un concepto histórico de ciencia". Está bastante bueno tu blog, saludos desde la distancia.
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