19 junio, 2008

Gotas de optimismo, ¿o mi reacción maniaca ante el inminente fracaso?

Es común que al emprender un proyecto, uno valla evaluando en el camino el estado de avance hacia los objetivos propuestos y reacomodando las estrategias según la contingencia para conseguir dicho objetivo. También suele suceder que al evaluar cómo vamos, nos damos cuenta de lo complicado que va a ser conseguir determinado objetivo y cambiamos la meta por una más asequible. Pero hay otras situaciones en que este proceso puede quedar de lado momentáneamente, para comenzar a asombrarse, disfrutar y reflexionar sobre aquellas ganancias inesperadas que se van obteniendo, sobre todo si son de mayor valor que el objetivo inicial. Para mí, hoy es un día de esos.


Hoy, cuando debería estar lamentando la aprobación en la cámara de diputados de la Ley General de Educación (LGE) pese a tener a todo el mundo educacional en contra. Cuando veo en los noticiarios que acusan al movimiento estudiantil de fracasar por "desorganizados". Cuando el argumento para acusarnos de desorganizados es que "ni líderes teníamos". Cuando escucho exactamente la misma crítica en la facultad donde estudio (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile), ante la movilización interna en contra del endeudamiento por del Proyecto Bicentenario. Y son cientistas sociales... justamente quienes deben comprender qué sucede.

Autoridades, cientistas sociales, periodistas, y quienes quieran sumar, han quedado paralizados por sus viejos esquemas para comprender la política, para entender las masas. "Son irracionales" se explican ellos. No, les digo yo: vuestra racionalidad añeja no comprende nuestra racionalidad surgente.

Voy a explicar esto hechando mano a una idea encontrada en un libro (1) que explica la ideología de la derecha chilena. "El orden social será tanto más perfecto y libre de coerción cuanto mayor sea el que haya en el alma de los ciudadanos (...) un concepto escencial del pensamiento de derecha, que es la idea de la libertad y la responsabilidad personal". Esta idea, dentro del mismo texto, es la que justifica la importancia de la autoridad e incluso del autoritarismo "ante la crisis de los partidos políticos" (aludiendo al 73). Mientras menos "orden" (moral), autodeterminación y responsabilidad tengan los individuos, más necesario es, para la derecha, imponer un orden externo (una autoridad). Asimismo, se deduce que a más orden interno, menos necesidad de un ordenamiento externo.

Esto es lo incomprensible para nuestras autoridades, periodistas y cientistas sociales: que pueda existir un movimiento social que NO NECESITE autoridades. Esa es la diferencia que no pudieron entender para la Revolución pingüina del 2006, cuando las caras visibles del movimiento eran "voceros" ("Persona que habla en nombre de otra, o de un grupo, institución, entidad, etc., llevando su voz y representación", dice la RAE), y NO líderes, NO dirigentes. Fue esa incomprensión de la nueva lógica de funcionamiento la que llevó a seguir como estrategia el no tener voceros fijos, que puedan ser interpretados como líderes ni, con ello, volver a personalizar el movimiento. Desde el que a la María Jesús le iba mal en el colegio y, por lo tanto, es un mal ejemplo a seguir, que los "dirigentes" tienen o tuvieron una relación con partidos de izquierda y por lo tanto ellos están "manipulando a los jóvenes", hasta cosas simplemente estúpidas del tipo "Karina y César son novios", "Westhoff es rico, pero gay: no se hagan ilusiones", lo "bonito" que hablaba Isamit, etc.

Sepan: que la María Jesús repruebe un curso, que Westhoff tenga pololo, que Karina y César terminaron NO le importaba a nadie, porque NO se necesitaba ni siquiera que piensen como los demás, pues su función era saber repetir clarito y de memoria el discurso construído por los secundarios en sus asambleas. ¿Por qué no necesitaban dirigentes?, quizá por lo mismo explicado por la derecha en su cita.

Quizá la necesidad, el abandono, la infelicidad, impotencia, neuroticismo, o qué, está creando nuevas subjetividades cada vez más concientes de su situación, de a quién hecharle la culpa y de qué hacer ante ello. Conciencias que se van agrupando y van reconstruyendo tejido social, sin necesidad de manipulación externa. Con todo, se están construyendo los puentes para volver a reecontrarnos, a dialogar, a compartir nuestras experiencias, dificultades, dolores y aspiraciones. A reconocernos en el otro, a no sentirnos solos, a pensar juntos, a luchar juntos.

El cerco de los medios de comunicación, fíjense, ha facilitado que se inicien estos procesos. Afortunadamente, se han hecho a un lado. Con eso han cortado con nuestra inercia a lo fácil, a prender el televisor a la hora de noticias para ver qué pasó con la ley, qué pasará con nosotros, porque no hablan de lo que nos importa, y si lo hacen, a menudo tergiversan todo. Nos obligaron a conversar con el que está al lado. Con el compañero de banco, el del otro curso que sabe más, los de la otra escuela, a resucitar el cordón de Macul, a conversar con colegios de la zona, hasta que llegamos a la ACEUS. Es la única manera de salir de donde estamos. "Nadie libera a nadie, nadie se libera solo. Los seres humanos se liberan en comunión", decía Paulo Freire...

Aletargados, inmaduros, incluso a veces irracionales, pero en crecimiento. Ya aprendimos que la televisión y diarios tergiversan y a veces incluso mienten. Pues bien, armamos medios de comunicación propios (asambleas, revistas, fotologs, blogs, foros, facebook, etc.) Ya sabemos que no hay que usar los mismos voceros siempre, porque personaliza el movimiento, puede ayudar a deslegitimarlo, etc. Ya sabemos que las mesas de negociación, los consejos asesores y demases inventos sólo tienen por objetivo agotar al movimiento hasta su extinción. Ya sabemos que las tomas prolongadas agotan, qué tenemos que hacer si llegan los carabineros, conocemos algo más de las leyes, cómo defenderse, etc. Conocemos las intenciones de quienes nos gobiernan y cuánto podemos confiar en ellos, a qué precio se venden, con quiénes concuerdan más.

La cámara baja aprobó la LGE, es cierto, pero no todo está perdido. Estamos recién despertando. Queda el senado y el veto presidencial. Si eso lo perdemos, aún no está todo perdido: nos tenemos a nosotros, tenemos nuevos ciudadanos. Con o sin el gobierno, hay que seguir adelante.

Porque las movilizaciones no son sólo un medio, pueden ser un objetivo en sí mismo.

(1) Javier González Echenique (1991) "La Derecha: un enfoque chileno". Instituto de estudios centrales: Santiago.

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